sábado, 18 de noviembre de 2017
CAPITULO 85
—¡Despierta, fierecilla! —exigió una insolente voz al oído de Paula, apartando la almohada que cubría su rostro.
Ella abrió los ojos un instante y vio frente a ella a Pedro, más atractivo que nunca con sus ropas informales y llevando una bandeja con un suculento desayuno.
—¡Déjame dormir! ¡Ahora que no tengo que ir a trabajar, pienso pasarme en la cama todo el día! —se quejó Paula, volviéndose a esconder bajo las sábanas.
—¡Ah, no! ¡Eso sí que no! Que la madre esté inactiva durante el embarazo no es bueno. Debes caminar por lo menos una hora cada día, hacer unos ejercicios de preparación al parto y comer saludablemente.
—¡Me parece perfecto! —gritó ella, indignada—. ¡Cuando tú estés embarazado, haz lo que te dé la gana, porque este bebé y yo lo único que vamos a hacer hoy es descansar!
—Ya estamos embarazados —anunció Pedro, sonriente mientras ponía una mano sobre el todavía plano vientre de Paula.
—¡Capullo! —se enfureció ella, tapándose la cabeza.
—Bueno, si no quieres salir tendré que meterme yo.
—¡Ni se te ocurra, Pedro Alfonso! ¡Ni sueñes con que se va a repetir lo de anoche! Además, ¿se puede saber qué hacías en mi cama?
—Soñar contigo hasta que apareciste e hiciste realidad todas mis fantasías. ¿Estás segura de que no quieres volver al trabajo?
—¿No es mi tienda lo que tanto querías? ¡Pues enhorabuena, al fin la has conseguido! ¡Que te aproveche! —contestó Paula, indignada, dándole nuevamente la espalda.
Pedro retiró las sábanas y cubrió su cuerpo desnudo con el calor del suyo.
—Lo único que he deseado y siempre desearé es a ti —afirmó rotundamente, obligándola a enfrentarse a su firme mirada.
—No te creo —negó Paula una vez más, apartando la vista de la de Pedro, cuya mirada expresaba los más intensos sentimientos.
—Lo harás —declaró él, contundente, besándole el cuello con dulzura y haciendo que se rindiera nuevamente a sus caricias.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario